
“Has sido apóstol, el Madero redentor…/y ya sabes lo que pasó al otro redentor con el madero/Tú llegas a la política puro y nítido/ como la paloma torcaz/ sin percatarte de que la política es puro gavilán”. Con el seudónimo del Duende un periodista firmó está rima en el semanario La Risa en Diciembre de 1911, para describir el entorno de Francisco I. Madero desde que asumió la presidencia constitucional el 6 de noviembre. (Ruiz Castañeda, Ma. del Carmen, 2000)
Envuelto en una serie de intrigas y conflictos internos, sólo un acto deportivo se distinguió con la presencia de Madero y su esposa, Sara Pérez de Romero: los Juegos Olímpicos conmemorativos de la Independencia, en septiembre de 1912.
Planeados para llevarse en el Bosque de Chapultepec, los juegos llevarían los nombres de los héroes insurgentes: la carrera de media milla Vicente Guerrero; la competencia de bicicletas Xavier Mina y el premio José María Morelos para el ganador de las 100 yardas.
La popularidad de los deportes, en una ciudad que no había sufrido ataques armados hasta entonces, propició la fundación del Club España, el Amicale Francés y el Garmendia, que representan en el fútbol a las comunidades ibéricas, galas y alemanas establecidas en México. (Conade, SEP, 2000)
Contaba también la capital con un nuevo Hipódromo en la colonia Condesa, dotado de tribunas de madera, pasillos y zonas empastadas. A falta de escenarios más adecuados, los Juegos Olímpicos de la Independencia dividieron su programa. Una parte se llevó a cabo en el Hipódromo, sobre el circuito que hasta la fecha marca la calle de Amsterdan, y la otra en el Toreo de cuatro caminos, en los límites de la ciudad con el Estado de México. (De la Torre Saavedra, 2020)
Fue en el Toreo donde la gente pudo saludar al efímero Presidente y su esposa. Cinco meses después -en febrero de 1913- se concretó el magnicidio de Madero y su vicepresidente Pino Suárez, por órdenes de Victoriano Huerta, el encargado de la defensa de la Ciudad de México nombrado por el propio mandatario.
El 12 de octubre de 1913 -dos días después de la disolución del Congreso- el nuevo secretario de Instrucción Pública, Nemesio García Naranjo, inauguró los Juegos Olímpicos interescolares. Sus ganadores habrían de ser premiados por el presidente espurio en el mismo Hipódromo de la Condesa, que meses antes festejó la presencia de Madero.
Foto: Dominio público de los Estados Unidos