
Un viejo mito prehispánico afirma que el tlatoani, Moctezuma Xocoyotzin, solía comer nieve bajada desde el volcán Popocatepetl, por un relevo de corredores. La siguiente noticia de un mexicano descendiendo por una pendiente nevada ocurrió en los Juegos Olímpicos de Invierno de Sarajevo, en 1984, con el príncipe Hubertus von Hohenlohe-Langerburg.
Hijo del Príncipe Alfonso de Hohenlohe-Langenburg y la Princesa Ira de Fürstenberg, Hubertus nació en México durante un viaje de su padre para introducir los automóviles Volkswagen, en 1959. (IOC, 2023)
Siendo niño, en el club turístico de Mallorca propiedad de su padre, conoció grandes personalidades pero quien más le impresionó fue el artista plástico Andy Wharhol, quien hizo célebre la frase: “En el futuro, todos serán famosos durante 15 minutos”. Lo que le ocurrió a Hubertus en 1984. (Yague, 2022)
Tras fallar en la calificación con el equipo de alpinismo austriaco, fundó la Asociación Mexicana de esquí en Europa, amparado con su nacionalidad de México. De ese modo, Hubertus Hohenlohe tramitó la participación de nuestro país en los Juegos de Invierno, suspendida desde Saint Moritz, en 1928.
En Sarajevo, Hubertus von Hohenlohe debutó con su mejor actuación en descenso alpino, al calificar en el lugar 38. Quedó 26 en slalom y en el lugar 48 en el slalom gigante. Llamó la atención de los diarios por su extraño origen: un miembro del jet-set europeo representante de un país sin deportes invernales, que había fusilado a su último emperador austriaco, Maximiliano de Habsburgo, en 1867.
Para el registro de la historia, Hubertus von Hohenlohe ha sido el representante de México con más Juegos Olímpicos, al acumular seis apariciones. Su registro supera el de Mario Tovar hijo, quien compitió en cinco Juegos Olímpicos de verano.
Su biografía completa es la única de un mexicano que aparece en el sitio del Comité Olímpico Internacional, en el apartado dedicado a los Juegos de Invierno. El organismo resaltó su constancia y el haber ayudado a que México formara parte de la universalidad de la competencia invernal, aunque nunca haya ganado nada. La personificación perfecta del axioma de Pierre de Coubertin. “Lo importante no es ganar, sino competir”