Por Martín Bermúdez*
Nos recibió un capitán en la puerta 4 del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, conocido como AIFA. Nos entregó una acreditación a cada uno de los visitantes, todos deportistas, atletas olímpicos, medallistas, y representantes del Comité Olímpico Mexicano. Un subalterno que lo acompañaba mencionó una clave por radio y después dijo: “ésta es la ruta, mi capitán”.
Tras el aviso, el capitán del Ejército Mexicano sonrió y nos pidió a los invitados seguirlo. Así lo hicimos. Subimos por unas escaleras eléctricas, y ahí estaba, la Torre de Control del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles.
La estructura tiene la forma de arma prehispánica, como las que usaron nuestros ancestros, nos dice el capitán con orgullo. Saca más el pecho, lo que hace que su cuerpo luzca más erguido. Frente a él una escalera eléctrica que se detiene o activa gracias a un sensor electrónico. Unos jóvenes vestidos con uniformes de la Guardia Nacional se ponen en posición de firmes y hacen el saludo militar.
Al llegar a otro piso, varios elementos aguardan, con el cabello bien recortado y vestidos con trajes de buena calidad, nos piden a los 67 deportistas, entrar en los ocho elevadores. En cuestión de segundos la sala está vacía. Las puertas de los ascensores se cierran en automático y segundos después se abren al mismo tiempo, pero ya es otro piso. Ahí, al salir, un hombre con las insignias en su uniforme nos espera. Con disciplina y energía, el capital presenta a su superior y mando: «mi General Brigadier, Isidoro Pastor, director general de este nuevo aeropuerto».

Entre los 67 deportistas, con uniformes deportivos de México, 11 elementos pertenecen a las Fuerzas Armadas. De inmediato se ponen firmes y suben su mano derecha a la altura del corazón. Y dicen en una sola voz:
«Presentes, a la orden mi General».
El resto de deportistas civiles se aglomeran y pasan a saludarlo de mano. Y yo, al llegar frente a él, menciono mi nombre y mi número de matrícula: 9526959 de la compañía de Ingenieros de Combate de Guardias Presidenciales, 1974 -1977.
El general me mira y dice, a quién recuerdo muy bien es a Raúl González y a…
Pues ahí viene Raúl González, mi general.
Ellos se abrazan con emoción visible y piden fotografiarse con el General Pastor y con la presidenta del Comité Olímpico Mexicano, Marijose Alcalá. Luego de una foto grupal, el director general del AIFA propone un recorrido. Eran cerca de las 10 de la mañana.
«Yo voy a ser su guía y les contaré la historia del Mamut y de otras especies en el recorrido por el Museo», nos dijo firme pero con amabilidad una militar con rango de sargento. Para esa hora, el reloj marcaba las 3 de la tarde y aún nos faltaban otros museos por visitar. La sargento, de nombre María, que vestía botas bien lustradas, un peinado sobrio y de una estatura de casi un metro ochenta, mostraba en todo momento disposición para dar detalles de lo que estaba frente a nosotros, los vestigios de los enormes especies que habitaron en el lugar.
En este Valle de Santa Lucía se han encontrado al menos 30 mil huesos de Mamut y de otra mega fauna de hace 15 mil años, así como de vestigios de pobladores que vivieron en el lugar en la época prehispánica entre los años 600 y 900 de nuestra era.
“¡Imaginen aquellos animales prehistóricos caminando por éstos alrededores del aeropuerto!… decía con emoción. Todos disfrutamos el viaje al pasado.
Este es el aeropuerto más seguro del mundo, nos presume el Capitán, el mismo que nos recibió, y quien es el mismo que nos despide. Y no lo dudo, este aeropuerto es el más seguro. Si aquí está la Base Militar, por Seguridad Nacional, debe existir la mejor Torre de Control, una para los aviones militares y otra para los aviones comerciales. La fortaleza en estos alrededores se nota y se siente, y su Torre de Control es sólo un ejemplo de la magnificencia del nuevo Aeropuerto, que con seguridad se convertirá en el corazón del sistema aeroportuario del país.
*Coordinador general del COM. Ex campeón mundial de marcha, Premio Nacional de Deporte y miembro permanente del Comité.