El miembro del Comité Olímpico Mexicano, Olegario Vázquez Raña, fue el único que desafió públicamente al máximo representante del gobierno en el deporte, en aquella asamblea del 23 de noviembre de 1992, en la Confederación Deportiva Mexicana.

“Desde el pasado mes de septiembre presenté mi renuncia al Consejo Directivo de esta institución, con carácter irrevocable. Quiero informar a la Asamblea que ésta renuncia está vigente ante el cúmulo de irregularidades que deterioran, no sólo el Consejo Directivo de la Codeme, sino también el deporte de México” dijo con firmeza el también presidente de la entonces Unión Internacional de Tiro. (Confederación Deportiva Mexicana, 1994)

Habían transcurrido dos horas de discusiones, tras que el representante jurídico, Lauro Jasso Guitrón, había manifestado que la asamblea extraordinaria no se ajustaba al estatuto y el consejero Juan Charteris Reyes denunció que la convocatoria carecía de las firmas del presidente o el secretario del Consejo, y si en cambio del secretario general, cargo inexistente.

La polémica obligó a una votación a mano alzada para dar validez jurídica a la asamblea, en la que se renovaría el Consejo Directivo. Los nuevos nombramientos se ajustarían al nuevo ciclo olímpico y así tendrían que hacerlo en adelante todas las federaciones deportivas, afiliadas a la Codeme.

Olegario no se arredró. Tomó nuevamente la palabra y pidió al presidente su carta, para ser leída a la asamblea. Hubo un silencio que pareció infinito. Él mismo tomó el documento para iniciar su lectura en voz alta, en la cual agradecía la distinción recibida como miembro del Consejo directivo y reiteró sus críticas a la intromisión del gobierno en la vida interna de las federaciones deportivas, consideradas jurídicamente asociaciones civiles libres de votar sus ordenamientos internos. Luego anunció que en ese momento abandonaba la Asamblea, para no validar con su presencia lo que allí se discutía.

El silencio era una loza sobre los 57 delegados presentes, mientras el directivo se levantaba del presídium y abandonaba con pasos firmes el recinto. De pronto, se sumaron los presidentes de la federación de deportes invernales, kendo, softbol, racquetbol, físico constructivismo, boxeo de aficionados y judo, para respaldar la protesta de Olegario.

A su salida, Olegario declaró a la periodista del Esto, Rosalinda Coronado:

“Esta decisión de renunciar todo el consejo directivo jamás se había dado en 66 años de vida de la Confederación Deportiva, pero es que todos los ex presidentes fueron respetuosos de los estatutos y reglamentos”

Lamentó la opacidad de la asamblea: “Pedí al presidente y al consejo que se dejara entrar a la prensa, pues bajo los nuevos estatutos esto está permitido. Debe haber transparencia en todos los actos, por eso lo pedí”.

El tiempo respaldó también las palabras de Olegario Vázquez Raña, vertidas en aquel desafío público a la autoridad, en el que destacó su confianza en la continuidad del deporte mexicano si lograba mantenerse apegado a las reglas del movimiento olímpico. “Mientras se continúe con el respaldo de las federaciones internacionales, no se afectará nada …” (Coronado, 1992)

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