Los seleccionados desconocidos

Los terceros Juegos Olímpicos de la era moderna aterrizaron en San Luis Missouri en 1904, sin estar exentos de la presencia de mexicanos. El más célebre Enrique Ugartechea, mejor nombrado como el hombre fuerte de México.

Dos cosas impactaron de niño al célebre luchador mexicano. En el circo Orrín gozó de la gracia de Richard Bell, el payaso británico favorito de don Porfirio y la fuerza de Rómulus, un gigante italiano cuyo acto consistía en cargar una viga con un caballo de un lado y el jinete del otro. Quizás por la dualidad de ese descubrimiento Ugartechea siempre disfrutó del ejercicio y el culto al cuerpo. (Conade, SEP, 2000)

A los 20 años daba exhibiciones de lucha grecorromana en salones y teatros de la república, donde retaba a cualquier hombre a vencerlo en el pancracio. Émulo de Eugen Sandow, el llamado Hércules Británico, su espectáculo le hizo ganar popularidad entre la prensa de la época.

Su fama le permitió incluso abrir su propio gimnasio en las Ciudad de México. Para equiparlo, viajó a los Estados Unidos en busca de los mal anunciados productos “Spaulding”, importador de los primeros balones y pelotas traídos a México. (Calderón Cardoso, 2000) Allí conoció Albert G. Spalding, el dueño de la firma de quien se hizo amigo. Así que cuando el empresario estadounidense fue designado director deportivo de los III Juegos Olímpicos, no dudó en invitarlo a la competencia de lucha. (Conade, SEP, 2000)

El Presidente Theodore Roosevelt adjudicó los Juegos a San Luis en vez de Chicago, para incrustarlos en una feria que celebraba la cesión de Louisiana a la Unión Americana en 1804. Catalogados como unos “juegos de barraca y feria”, (Durántez, 2006) la prensa difundió la participación de Ugartechea como atleta, junto con el viaje de charros y toreros contratados para los espectáculos.

Es posible que el prurito contra los “profesionales” que cobraban por dar exhibiciones haya desalentado a Ugartechea a participar como atleta, pero no como árbitro del torneo. Aquella experiencia incrementó su popularidad como el hombre más fuerte de México, con la experiencia  de haber estado en unos Juegos Olímpicos.

Más discreta e incluso penosa fue la otra participación de México. Combinada con la exhibición de “monstruos” y otros espectáculos grotescos, (Wallechinsky, 2000) los organizadores incluyeron en el programa los “Anthropological Days” o fiestas antropológicas. Se trataba de competencias entre grupos raciales que incluían aborígenes filipinos, turcos, pigmeos, sirios y negros incluidos en “deportes primitivos”, relacionados con su estilo de vida en la naturaleza.

México envió un grupo de aborígenes de la tribu seris de la Isla Tiburón, del Golfo de California. Sin embargo, correspondió al indígena Shake, de la tribu Cucapás de Baja California Norte, hacerse notar al ganar el tiro con arco en otro resultado que nadie festinará. (Conade, SEP, 2000)

Para entonces el término “Juegos Olímpicos” ya era de dominio público en México. Pronto formaría parte de las efemérides civiles y militares más importantes, incluso mucho antes de que existiera un Comité Olímpico Nacional.

Cara a cara, golpe a golpe

El miembro del Comité Olímpico Mexicano, Olegario Vázquez Raña, fue el único que desafió públicamente al máximo representante del gobierno en el deporte, en aquella asamblea del 23 de noviembre de 1992, en la Confederación Deportiva Mexicana.

“Desde el pasado mes de septiembre presenté mi renuncia al Consejo Directivo de esta institución, con carácter irrevocable. Quiero informar a la Asamblea que ésta renuncia está vigente ante el cúmulo de irregularidades que deterioran, no sólo el Consejo Directivo de la Codeme, sino también el deporte de México” dijo con firmeza el también presidente de la entonces Unión Internacional de Tiro. (Confederación Deportiva Mexicana, 1994)

Habían transcurrido dos horas de discusiones, tras que el representante jurídico, Lauro Jasso Guitrón, había manifestado que la asamblea extraordinaria no se ajustaba al estatuto y el consejero Juan Charteris Reyes denunció que la convocatoria carecía de las firmas del presidente o el secretario del Consejo, y si en cambio del secretario general, cargo inexistente.

La polémica obligó a una votación a mano alzada para dar validez jurídica a la asamblea, en la que se renovaría el Consejo Directivo. Los nuevos nombramientos se ajustarían al nuevo ciclo olímpico y así tendrían que hacerlo en adelante todas las federaciones deportivas, afiliadas a la Codeme.

Olegario no se arredró. Tomó nuevamente la palabra y pidió al presidente su carta, para ser leída a la asamblea. Hubo un silencio que pareció infinito. Él mismo tomó el documento para iniciar su lectura en voz alta, en la cual agradecía la distinción recibida como miembro del Consejo directivo y reiteró sus críticas a la intromisión del gobierno en la vida interna de las federaciones deportivas, consideradas jurídicamente asociaciones civiles libres de votar sus ordenamientos internos. Luego anunció que en ese momento abandonaba la Asamblea, para no validar con su presencia lo que allí se discutía.

El silencio era una loza sobre los 57 delegados presentes, mientras el directivo se levantaba del presídium y abandonaba con pasos firmes el recinto. De pronto, se sumaron los presidentes de la federación de deportes invernales, kendo, softbol, racquetbol, físico constructivismo, boxeo de aficionados y judo, para respaldar la protesta de Olegario.

A su salida, Olegario declaró a la periodista del Esto, Rosalinda Coronado:

“Esta decisión de renunciar todo el consejo directivo jamás se había dado en 66 años de vida de la Confederación Deportiva, pero es que todos los ex presidentes fueron respetuosos de los estatutos y reglamentos”

Lamentó la opacidad de la asamblea: “Pedí al presidente y al consejo que se dejara entrar a la prensa, pues bajo los nuevos estatutos esto está permitido. Debe haber transparencia en todos los actos, por eso lo pedí”.

El tiempo respaldó también las palabras de Olegario Vázquez Raña, vertidas en aquel desafío público a la autoridad, en el que destacó su confianza en la continuidad del deporte mexicano si lograba mantenerse apegado a las reglas del movimiento olímpico. “Mientras se continúe con el respaldo de las federaciones internacionales, no se afectará nada …” (Coronado, 1992)

El príncipe de las nieves

Un viejo mito prehispánico afirma que el tlatoani, Moctezuma Xocoyotzin, solía comer nieve bajada desde el volcán Popocatepetl, por un relevo de corredores. La siguiente noticia de un mexicano descendiendo por una pendiente nevada ocurrió en los Juegos Olímpicos de Invierno de Sarajevo, en 1984, con el príncipe Hubertus von Hohenlohe-Langerburg.

Hijo del Príncipe Alfonso de Hohenlohe-Langenburg y la Princesa Ira de Fürstenberg, Hubertus nació en México durante un viaje de su padre para introducir los automóviles Volkswagen, en 1959. (IOC, 2023)

Siendo niño, en el club turístico de Mallorca propiedad de su padre, conoció grandes personalidades pero quien más le impresionó fue el artista plástico Andy Wharhol, quien hizo célebre la frase: “En el futuro, todos serán famosos durante 15 minutos”. Lo que le ocurrió a Hubertus en 1984. (Yague, 2022)

Tras fallar en la calificación con el equipo de alpinismo austriaco, fundó la Asociación Mexicana de esquí en Europa, amparado con su nacionalidad de México.  De ese modo, Hubertus Hohenlohe tramitó la participación de nuestro país en los Juegos de Invierno, suspendida desde Saint Moritz, en 1928.

En Sarajevo, Hubertus von Hohenlohe debutó con su mejor actuación en descenso alpino, al calificar en el lugar 38. Quedó 26 en slalom y en el lugar 48 en el slalom gigante. Llamó la atención de los diarios por su extraño origen: un miembro del jet-set europeo representante de un país sin deportes invernales, que había fusilado a su último emperador austriaco, Maximiliano de Habsburgo, en 1867.

Para el registro de la historia, Hubertus von Hohenlohe ha sido el representante de México con más Juegos Olímpicos, al acumular seis apariciones. Su registro supera el de Mario Tovar hijo, quien compitió en cinco Juegos Olímpicos de verano.

Su biografía completa es la única de un mexicano que aparece en el sitio del Comité Olímpico Internacional, en el apartado dedicado a los Juegos de Invierno. El organismo resaltó su constancia y el haber ayudado a que México formara parte de la universalidad de la competencia invernal, aunque nunca haya ganado nada. La personificación perfecta del axioma de Pierre de Coubertin. “Lo importante no es ganar, sino competir”

El 2023 será el año clave para el deporte olímpico mexicano

Para este año, se concederán alrededor de 700 plazas para París 2024 en casi todos los deportes olímpicos. 

Por: Eduardo Cristóbal 

El 2023 podría ser el año en el que el deporte olímpico mexicano alcance todo su potencial, pues hay una gran generación de atletas olímpicos, con experiencia en torneos internacionales, que se preparan para las clasificatorias rumbo a los Juegos Olímpicos de París 2024

Este año habrá mucha actividad para el deporte olímpico con Campeonatos Mundiales de diferentes disciplinas, los Juegos Centroamericanos y del Caribe San Salvador 2023, del 23 de junio al 8 de julio, y los Juegos Panamericanos Santiago 2023, del 20 de octubre al 5 de noviembre. 

Sede de campeonatos y lucha por plazas 

Con una joven, pero experimentada generación, la delegación mexicana alista todo para comenzar con el pie derecho los selectivos para París 2024. Además, nuestro país se prepara para albergar el Campeonato Mundial de Voleibol de Playa

Por primera vez,  Tlaxcala será sede del Mundial de Voleibol de Playa que se disputará del 6 al 15 de octubre de 2023 y recibirá a 192 atletas, en donde los ganadores de cada rama tendrán su cuota olímpica

Por último, Hermosillo, Sonora, será sede de la Final de la Copa del Mundo de Tiro con Arco a disputarse en noviembre y que contará con los 32 mejores arqueros

A excepción de las nuevas disciplinas, México tendrá oportunidad de llevar al menos a un atleta en todos los deportes. Además, es el favorito en el Clásico Mundial de Béisbol, en los Panamericanos, el Campeonato Mundial de Atletismo y en Pentatlón Moderno

Nuevos deportes confirmados 

Con el fin de hacer la competencia más juvenil, el Comité Olímpico Internacional añadió al break dance como nueva disciplina, además de mantener la escala deportiva, el surf y el monopatinaje. Aunque el beísbol/sóftbol y el karate fueron excluidos. 

Calendario de las disciplinas clasificatorias en 2023 

  • Voleibol de Playa (Campeonato Mundial, el ‘Beach Pro Tour’ y las finales de los Tours Continentales): 1 de enero a 10 de junio. 
  • Natación: 1 de marzo de 2023 y el 23 de junio de 2024.
  • Hockey: Copa de Oceanía en abril de 2023.
  • Esgrima (Copa del Mundo, Campeonato Mundial y Campeonatos Continentales): 3 de abril de 2023 al 1 de abril de 2024.
  • Bádminton: Ranking de Clasificación de París 1 de mayo de 2023 y el 28 de abril de 2024.
  • Boxeo: Torneos Continentales de Clasificación 1 de mayo de 2023 hasta el 31 de mayo de 2024.
  • Natación Artística: La primera prueba clasificatoria podrían ser los Juegos Europeos (21 de junio-2 de julio de 2023).
  • Tiro con Arco: Los Juegos Europeos del 21 de junio al 2 de julio de 2023.
  • Saltos o Clavados: Fase 1 del 14-30 de julio.
  • Natación de Aguas Abiertas: Las plazas para París 2024 se otorgarán a los medallistas de la carrera de 10km.
  • Waterpolo: Campeonato Mundial de la FINA en Japón (julio).
  • Escala Deportiva: Campeonato Mundial de Berna en agosto de 2023.
  • Tenis: Rankings de la ATP y la WTA en 2024. 
  • Vela: Campeonato Mundial de Vela 2023 del 10 al 23 de agosto de 2023.
  • Remo: Mundial de Remo 2023 en Belgrado (Serbia), del 3 al 10 de septiembre de 2023.
  • Voleibol: Torneo de Clasificación Olímpica de Voleibol Femenil del 16 al 24 de septiembre de 2023 (el segundo por definir). 
  • Lucha: El Mundial de 2023, que se celebrará del 16 al 24 de septiembre, servirá como primera prueba.
  • Tenis de Mesa: Por definir.
  • Gimnasia (Trampolín): Por definir.
  • Pentatlón Moderno: Final de la Copa del Mundo de la UIPM 2023 por definir. 

Periodista invitado

Los Juegos Olímpicos de Madero y Huerta

“Has sido apóstol, el Madero redentor…/y ya sabes lo que pasó al otro redentor con el madero/Tú llegas a la política puro y nítido/ como la paloma torcaz/ sin percatarte de que la política es puro gavilán”. Con el seudónimo del Duende un periodista firmó está rima en el semanario La Risa en Diciembre de 1911, para describir el entorno de Francisco I. Madero desde que asumió la presidencia constitucional el 6 de noviembre. (Ruiz Castañeda, Ma. del Carmen, 2000)

Envuelto en una serie de intrigas y conflictos internos, sólo un acto deportivo se distinguió con la presencia de Madero y su esposa, Sara Pérez de Romero: los Juegos Olímpicos conmemorativos de la Independencia, en septiembre de 1912.

Planeados para llevarse en el Bosque de Chapultepec, los juegos llevarían los nombres de los héroes insurgentes: la carrera de media milla Vicente Guerrero; la competencia de bicicletas Xavier Mina y el premio José María Morelos para el ganador de las 100 yardas.

La popularidad de los deportes, en una ciudad que no había sufrido ataques armados hasta entonces, propició la fundación del Club España, el Amicale Francés y el Garmendia, que representan en el fútbol a las comunidades ibéricas, galas y alemanas establecidas en México. (Conade, SEP, 2000)

Contaba también la capital con un nuevo Hipódromo en la colonia Condesa, dotado de tribunas de madera, pasillos y zonas empastadas. A falta de escenarios más adecuados, los Juegos Olímpicos de la Independencia dividieron su programa. Una parte se llevó a cabo en el Hipódromo, sobre el circuito que hasta la fecha marca la calle de Amsterdan, y la otra en el Toreo de cuatro caminos, en los límites de la ciudad con el Estado de México. (De la Torre Saavedra, 2020)

Fue en el Toreo donde la gente pudo saludar al efímero Presidente y su esposa. Cinco meses después -en febrero de 1913- se concretó el magnicidio de Madero y su vicepresidente Pino Suárez, por órdenes de Victoriano Huerta, el encargado de la defensa de la Ciudad de México nombrado por el propio mandatario.

El 12 de octubre de 1913 -dos días después de la disolución del Congreso- el nuevo secretario de Instrucción Pública, Nemesio García Naranjo, inauguró los Juegos Olímpicos interescolares. Sus ganadores habrían de ser premiados por el presidente espurio en el mismo Hipódromo de la Condesa, que meses antes festejó la presencia de Madero.

Foto: Dominio público de los Estados Unidos

Don Miguel de Béistegui, el precusor desconocido del COM

En diciembre de 1903, el Correo Español, uno de los 126 periódicos que circulaban en la Ciudad, publicó que pronto sería un hecho la celebración de los Juegos Olímpicos en México. Para ello nuestro país ya contaba, desde 1902, con un distinguido miembro en el “Comité Internacional de los Juegos Olímpicos”: Don Miguel de Béistegui y Septién. (De la Torre Saavedra, 2020)

Cónsul interino de México en Paris desde 1883, al parecer el mismo Pierre de Coubertin  invitó al diplomático a unirse al organismo. No hay mucha evidencia de su participación pero nunca dejó de pagar sus cuotas y justificar sus ausencias a las reuniones, como correspondía a su alcurnia.

Tampoco son de extrañar sus inasistencias. Entre 1907 y 1922 el primer miembro mexicano del COI vivió en Chile, Perú, Colombia, Ecuador, Noruega, Gran Bretaña y Alemania. A pesar de ello, mantuvo siempre correspondencia con Coubertin y el vicepresidente del COI, conde Henri de Baillet Latour, quienes defendieron su permanencia incluso después de la Revolución. La única prueba de su gran aceptación como embajador olímpico.

Al parecer don Miguel poseía también un talento intuitivo, como si contara con la lámpara de Diógenes, para encontrar las personas idóneas para el movimiento. En 1913 buscó al célebre Marqués de Guadalupe, Carlos Rincón Gallardo y Romero de Terreros, para que formara parte del pretendido Comité Olímpico Mexicano.

En sus planes, el consanguíneo del hombre más rico del mundo colonial, era el idóneo para encabezar un grupo de 99 prominentes mexicanos, por su pasión por la charrería, su rostro de aristócrata europeo y modales de cortesano, lo que ocurrió años más tarde. En el grupo tenía también considerado al famoso maestro francés de esgrima, Luciano Marignac, quien fundó la primera escuela para maestros de Esgrima y Gimnasia en 1908.

Si bien nada ocurrió en ese momento, nadie puede negar que sin vivir en México el diplomático juzgó bien a los personajes que habrían de influir con los años en la construcción del movimiento olímpico nacional.

Pasada la Primera Guerra Mundial y avanzada la Revolución Mexicana, en 1921 don Miguel insistió en su intento por armar el Comité Olímpico de México, pero el país estaba aún convulsionado por el reciente magnicidio de Venustiano Carranza y las luchas por sucederlo en la presidencia.

Quiso el destino que Béistegui atestiguara la fundación del Comité Olímpico en 1923. Desde entonces y hasta su muerte, en 1931, fue considerado como un valioso consejero del COI gracias a su persistencia en el proyecto y la confianza ganada, una onza invaluable entre los caballeros de la época se supiera o no de deportes.

El corresponsal guerrillero

Cuando México obtuvo la sede para los segundos Juegos Panamericanos, en Buenos Aires 1951, el entonces presidente del Comité Olímpico Mexicano, José de Jesús Clark Flores, dijo a sus colaboradores que el evento iba ser el medio para unificar el deporte mexicano. Ese mismo año invitó a México presidente del Comité Olímpico Internacional, Siegfrid Edstrom, ante quien aseguró también que estaba decido a luchar para que México pudiera organizar los Juegos Olímpicos.

Sin embargo, el presidente del COI no fue el único visitante distinguido para los Juegos Panamericanos. Hubo también un médico argentino residente en México, quien en su diario personal describió las funciones para las que se contrató con la Agencia Latina de Noticias, durante los Juegos: “Debía hacer de compilador de noticias, redactor fotográfico y cicerone de los periodistas que llegaban de América del Sur”.

Una labor que lo dejó extenuado y frustrado. “Mi trabajo durante los Juegos Panamericanos fue agotador en todo el sentido de la palabra, pues…el promedio de horas de sueño no pasaba de cuatro, debido a que yo era también el que revelaba y copiaba las fotografías. Todo ese trabajo debía tener su pequeña compensación monetaria en forma de unos 4,000 pesos que me corresponderían luego de tanto trajín”.

Pero no fue el caso. “Acabado que fue todo el trajín y felicitado convenientemente todo el personal que cubriera los juegos, un lacónico cable de la Agencia Latina nos informó que cesaba sus transmisiones y que cada personal hiciera lo que mejor le pareciera con el personal a su cargo (del sueldo ni una sola palabra), saber esta noticia y entregarme de cuerpo y alma a la tarea de morderme la cola fueron todo uno” escribió el médico en su biografía.

Al abandonar, molesto y cansado, los pasillos de la Ciudad Universitaria, sede del centro de prensa de las competencias continentales en México, el improvisado periodista deportivo pasó frente al auditorio al que los estudiantes impusieron su nombre en los años 60`s, el mismo con el que el mundo lo conocerá a partir de 1956: Ernesto “Che” Guevara, comandante de la Revolución Cubana.